26/6/07

No me arrepiento de Nada. Gioconda Belli




No me arrepiento de nada.

Desde la mujer que soy,
a veces me da por contemplar
aquellas que pude haber sido:
las mujeres primorosas,
hacendosas, buenas esposas,
dechado de virtudes,
que deseara mi madre.

No sé por qué
la vida entera he pasado
rebelándome contra ellas.
Odio sus amenazas en mi cuerpo.
La culpa que sus vidas impecables,
por extraño maleficio,
me inspiran.
Reniego de sus buenos oficios;
de los llantos a escondidas del esposo,
del pudor de su desnudez
bajo la planchada y almidonada
ropa interior.
Estas mujeres, sin embargo,
me miran desde el interior de los espejos,
levantan su dedo acusador
y, a veces, cedo a sus miradas de reproche
y quiero ganarme la aceptación universal,
ser la "niña buena", la "mujer decente"
la Gioconda irreprochable.
Sacarme diez en conducta
con el partido, el estado, las amistades,
mi familia, mis hijos y todos los demás seres
que abundantes pueblan este mundo nuestro.
En esta contradicción inevitable
entre lo que debió haber sido y lo que es,
he librado numerosas batallas mortales,
batallas a mordiscos de ellas contra mí
-ellas habitando en mí queriendo ser yo misma-
transgrediendo maternos mandamientos,
desgarro adolorida y a trompicones
a las mujeres internas
que, desde la infancia, me retuercen los ojos
porque no quepo en el molde perfecto
de sus sueños,
porque me atrevo a ser esta loca, falible,
tierna y vulnerable,
que se enamora como alma en pena
de causas justas, hombres hermosos,
y palabras juguetonas.
Porque, de adulta, me atreví a vivir la niñez vedada,
e hice el amor sobre escritorios
-en horas de oficina-
y rompí lazos inviolables
y me atreví a gozar
el cuerpo sano y sinuoso
con que los genes de todos mis ancestros me dotaron.
No culpo a nadie. Más bien les agradezco los dones.
No me arrepiento de nada, como dijo Edith Piaf.
Pero en los pozos oscuros en que me hundo,
cuando, en las mañanas, no más abrir los ojos,
siento las lágrimas pujando;
veo a esas otras mujeres esperando
en el vestíbulo,
blandiendo condenas contra mi felicidad.
Impertérritas niñas buenas me circundan
y danzan sus canciones infantiles contra mí
contra esta mujer hecha y derecha, plena.
Esta mujer de pechos en pecho
y caderas anchas
que, por mi madre y contra ella,
me gusta ser.
Gioconda Belli
El ojo de la mujer (Antología, 1991)
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2 comentarios:

aceituna verde dijo...

Me encantó el texto, nada q decir, me gustaría llegar a ser esa mujer q no se arrepiente de nada y q hace todo lo q su mente, su espiritu y sus instintos le llaman a actuar... sin negarse a la pasión y desenfadada ante el mundo sucumbiend ante los hombres q pasen por mi vida, volviendo a la edad juvenil, a lo q no fue en ese tiempo, de hecho algo asi ha sido mi segunda vida ( la q llamo despues de q el amor de mi vida murió) vivo cada instante como si fuera el último y ...casi...no me arrepeiento de nada
contundentes letras
besos alados

Trebolazul dijo...

Que verguenza no haber contestado antes, se me pasó y hasta ahora muchos años despues lo leo. un feliz dia de la mujer trabajadora y luchadora! Abrazos

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